Photo by Patrick Hendry
17 de marzo de 2020
Simon Herrera Celis
Abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello, consultor en materia de petróleo y gas.
La historia de Venezuela ligada al petróleo desde hace un siglo y la creciente importancia del gas natural
Venezuela es el segundo productor histórico de petróleo del mundo occidental, detrás de los Estados Unidos y cerca de México y Canadá. Estamos hablando que ya para el año 1927 era el principal exportador mundial de petróleo, incluso antes que los países del Medio Oriente lograran su figuración estelar como productores y exportadores que todavía mantienen. Con consecuencias bastante negativas, Venezuela ha perdido muchísimo de su protagonismo desde al menos el año 2002.
Asociado al petróleo se produce en sus yacimientos gas natural, el cual muchas veces no se utiliza y se pierde a través del venteo o la quema con pérdidas patrimoniales gigantescas y daños al ambiente. Pero también existen yacimientos de gas libre no asociados al petróleo que pueden explotarse.
Aunque es poco conocido debido a la preponderancia del petróleo en el panorama nacional, Venezuela es a todas luces un país con un gran potencial gasífero con reservas probadas tanto en yacimientos asociados al petróleo como en gas libre o no asociado, además de algunas áreas prospectivas todavía por explorar, particularmente en áreas costa afuera. Sin embargo, Venezuela no ha desarrollado un mercado doméstico de gas, ni tampoco un mercado de exportación como el que tienen grandes productores como Qatar o Irán. Incluso Qatar es un gran caso de estudio pues ha llegado a apalancar su destacado desarrollo económico actual mediante los recursos provenientes de sus proyectos gasíferos y la industrialización de ese sector.
Los proyectos de gas permiten ingresos sostenidos a largo plazo, sin que generen los notables flujos de caja de los proyectos petroleros que como sabemos tienen grandes oscilaciones en los precios, no así los del gas. Pero más allá de la razonabilidad económica de los proyectos energéticos, hay un hecho incuestionable y que tiene un valor insoslayable entrado el siglo XXI, y es que el gas natural es la energía fósil con menor impacto medioambiental, en consideración a que tiene las menores emisiones de CO2 de efecto invernadero por unidad de energía utilizada. Su combustión deja alrededor de treinta por ciento menos de anhídrido carbónico que el petróleo y está comprobado que alarga la vida útil de los vehículos y maquinaria que lo utilizan. Más allá de esto, en los países del primer mundo, la transición energética sigue su curso con el objetivo puesto en la preservación y conservación del ambiente como se previó entre las naciones signatarias en el Acuerdo de París en 2015. Ello de por sí es un inmenso desafío para los países productores de energías fósiles, así como para las empresas de energía que deben recomponer sus modelos de negocios y adaptarse a las nuevas realidades globales con la inclusión de energías renovables, como ya de hecho lo estamos observando.
El ámbito regulatorio permite la iniciativa en proyectos de gas natural sin la participación del Estado aguas arriba y aguas abajo
La Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos (LOHG) y su Reglamento regulan los aspectos básicos en la ejecución de proyectos de exploración, explotación, transporte, procesamiento, industrialización y comercialización de hidrocarburos gaseosos no asociados, sin que sea obligatoria la participación del Estado venezolano en dichos proyectos, aun cuando existen en algunas licencias de exploración y explotación otorgadas a favor de empresas privadas, la consagración del derecho de participación del Estado en la empresa licenciataria en caso de un descubrimiento de gas (back-in right), mediante el correspondiente pago de su cuota-parte en los costos de exploración y evaluación, en los términos contemplados en cada licencia.
Recordamos, para tenerlo presente, que a mediados de 2017 con ocasión de la elección e instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, entre múltiples irregularidades, vicios y denuncias, cuyo principal objetivo se entendía sería la redacción de una nueva Constitución, se habló en la prensa nacional de la propuesta de estatización del sector del gas natural, asunto que causó gran alarma en el sector privado pero que en manera alguna ha avanzado, hasta donde tenemos conocimiento, ni en lo que se refiere a la nueva Constitución, ni en lo atinente a un nuevo marco constitucional para el sector gasífero. A la fecha, luego de casi tres años, seguimos a la espera de la nueva Constitución aun cuando no pareciera estar en la agenda ni en las prioridades de sus propulsores originales.
Utilización de los recursos gasíferos para desarrollar la industria nacional
El gas natural es un combustible más económico que el petróleo por su precio internacional, y es utilizado mundialmente en el transporte, la industria, la generación de energía y para uso doméstico como cocinas y calefacción. También se utiliza como materia prima en la petroquímica para la fabricación de productos tales como plásticos, cosméticos, insecticidas, detergentes, fertilizantes y fibras sintéticas. Está claro que como materia prima tiene un abanico de usos de variado rango y alcance.
La pregunta que nos formulamos es por qué no se utilizan los ingentes recursos gasíferos en Venezuela como materia prima para propulsar proyectos de desarrollo de la industria nacional, incluyendo la petroquímica y la generación de electricidad, siendo ostensible que la política de subsidios del Ejecutivo Nacional a los precios del gas natural de larguísima data en el mercado doméstico resta incentivos para realizar inversiones en la industria gasífera. Igualmente, la falta de una política clara de sinceración de precios del gas no permite hacer una planificación en la estructura de costos de los inversionistas privados que necesitan de este recurso en las distintas áreas industriales en el país, lo cual a su vez pone en discusión la garantía de su suministro oportuno. No olvidemos tampoco que entre los principales consumidores del gas se encuentran las empresas estatales industriales y las empresas mixtas petroleras.
La suerte de los proyectos de exportación de gas natural
Ciertamente, los proyectos de exportación de gas natural son de la mayor importancia en la obtención de recursos financieros para el fisco nacional y los inversionistas, haciendo la salvedad que la LOHG privilegia el aprovechamiento del gas natural para su utilización en el desarrollo del aparato productivo nacional por encima de dichos proyectos de exportación.
En todo caso es bien sabido que Venezuela tiene inmensas reservas de gas natural no asociado sin desarrollar en los proyectos Mariscal Sucre y Plataforma Deltana, ambos planeados en su momento y desde hace mucho tiempo, para ser destinados a la exportación a través de gas natural licuado. También cuenta el país con el exitoso proyecto de capital privado europeo Cardón IV, en producción en el Golfo de Venezuela desde 2015, con un énfasis en este momento en la venta del gas en el mercado local y que pudiera sumarse a la exportación. Desafortunadamente, en algunos casos, los precios internacionales del gas natural han desincentivado a los actores de estos proyectos a realizar las cuantiosas inversiones requeridas para la exportación, así como la necesidad de asegurar compradores en el exterior mediante la suscripción de contratos a largo plazo. En otros casos, se le ha dado preferencia al desarrollo de los proyectos petroleros en los planes de inversión del Gobierno nacional y de algunas de las empresas del sector energético.
Uno de los proyectos más significativos para la exportación del gas lo adelantan desde hace unos cuatro años, Petróleos de Venezuela (PDVSA), National Gas Company of Trinidad and Tobago (NGC), empresa propiedad del estado trinitario, y la multinacional Shell, para la explotación y venta del gas a través de un gasoducto, desde el campo Dragón perteneciente al proyecto Mariscal Sucre ubicado en el Golfo de Paria en el Estado Sucre en el noreste de Venezuela, hasta las importantes instalaciones de procesamiento existentes en Hibiscus en Trinidad y Tobago, ubicadas en el noroeste de ese país, el cual al parecer ha entrado en una etapa de declinación de sus reservas de gas luego de tres décadas de intensa explotación. El plan comprende el aprovechamiento de las cuantiosas reservas de gas existentes en el campo Dragón, sin embargo, informaciones de prensa señalan que las partes no habrían todavía llegado a un acuerdo comercial sobre el precio.
Por supuesto, la suerte de estos proyectos de exportación estará ligada de manera determinante a los precios del gas natural en el mercado internacional o regional tomando en cuenta, entre otros factores, la sobreproducción de petróleo que se espera para fines del primer trimestre de 2020 por los desacuerdos entre la Opep y Rusia con la consecuente caída de los precios de este hidrocarburo, la electrificación del transporte en diferentes niveles, el mejoramiento de la eficiencia energética y el esperado descenso de los costos para llevar adelante proyectos de energías renovables como la eólica o la solar.
Son posibles energías más limpias durante la etapa de transición energética
En medio de los grandes retos y dificultades, esperamos que Venezuela se constituya en un exportador de gas natural en el mediano plazo. A pesar de los retardos en la ejecución de los proyectos no hay razones para que no se convierta en un país exportador de este recurso. Asimismo, el país debe utilizar los recursos gasíferos para recuperar y desarrollar su alicaído aparato industrial y el sector petroquímico. Durante la transición energética a la que nos enfrentamos tenemos que contribuir a que el país se conduzca definitivamente por el camino de producir energías más limpias y nobles con el planeta como el gas natural, no obstante su origen fósil. La existencia de los proyectos petroleros generadora de mayores recursos financieros no es óbice para que Venezuela no desarrolle paralelamente y de forma prioritaria sus proyectos gasíferos.